Figuras del mal
Perplejidades del psicoanálisis
En sus orígenes, el acto de leer no era la ceremonia individual y silenciosa a la que estamos acostumbrados. Aunque más no fuera porque tanto la habilidad para hacerlo como la cantidad de textos disponibles escaseaban, leer significaba leer en voz alta, ante otros. Algo de esa tradición infiltra, a diferencia de los anteriores, al presente número de Docta, pues tiene la impronta de la oralidad para la que fueron concebidos buena parte de los trabajos que publicamos. Muchos han sido escritos para los paneles temáticos centrales del VII Congreso Argentino de Psicoanálisis, celebrado en Córdoba en mayo de 2008, con un tema eje que replicamos casi literalmente en nuestra portada: Figuras clínicas del Mal. Esos textos, escritos para ser dichos, configuran un coro de voces representativo de las instituciones argentinas pertenecientes a la Asociación Psicoanalítica Internacional. Quien recorra el índice se encontrará con verdaderos referentes en la materia, reflexionando sobre el tema que nos ocupa.
Pero el registro oral que prima en este número no agota su particularidad: en él resalta también cierto elemento heterogéneo, por provenir de diferentes circuitos del saber, en las bibliografías que nutren las cavilaciones de los autores. Alguien podría pensar que –al ver mermar las referencias al consabido canonpsicoanalítico en provecho de autores como Arendt, Browning, Safranski, Agamben, Nino, entre otros- nos alejamos de la clínica y del campo en el que nuestro trabajo y el saber producido en él se valida, pero preferimos pensar, en la senda freudiana, que sucede más bien todo lo contrario: los pretendidos desvíos no hacen más que aguzar nuestra escucha, entrenarnos para percibir mayor cantidad de matices en el discurso de nuestros pacientes, poner a prueba nuestros conocimientos fuera del marco en el que éstos se autovalidan sin estorbo.
Pero si hay algo que distingue claramente al número de Docta que el lector tiene entre manos es la perplejidadque trasunta su contenido –que no es otra que la de los psicoanalistas e intelectuales que en él escriben frente al tema que los ocupa- y que se transmite como un vacío, como una opacidad que hay cuidar, al lector.
¿Qué puede decir un psicoanalista respecto del mal?, se pregunta uno de los autores desde el título mismo de su trabajo. Y podríamos contestar que todo, si consideráramos que el psicoanálisis es un instrumento de lectura todopoderoso y omniexplicativo, en abierta contradicción con la sugerencia freudiana (lo nuestro no es ninguna weltanschauüng, decía Freud); o bien nadasi, acentuando el hecho de que pensar en la categoría del Mal nos pone frente a un delicado deslinde entre Psicoanálisis, Psicopatología y Moral, decidiéramos preservar nuestra virginidad de técnicosdel inconciente. Entre ambos extremos, entre todo o nada, elegimos acercarnos, con prudencia y a la vez con alguna osadía, en la vía de la reflexión sobre un tema de estricta contemporaneidad y que figura en el centro de las preocupaciones de las disciplinas humanas.
Siguiendo a Michel de Certeau, Marcelo Viñar nos recuerda en su artículo que no se debe usar un concepto freudiano para tapar púdicamente lo que no entendemos–y, continuando- los conceptos no explican sino que ayudan a circunscribir lo inexplicado o lo inexplicable, preservando lo singular e integrando experiencia por distinción y contraste. El presente número de Doctanos enfrenta a ese punto inexplicadoe inexplicableque es el Mal. Nos enfrenta así a nuestras propias perplejidades, preservándonos de cualquier eventual furor interpretandial que pudiéramos echar mano y nos ayuda así, tal vez y con suerte, a ponderar la validez de nuestras teorías, de nuestros instrumentos para acercarnos de manera inédita a la experiencia humana, tal como se muestra en el dispositivo analítico o más allá de él.
El Mal circula de muchas maneras a través de los diferentes discursos que se enuncian en este número. Hay sin embargo dos acontecimientos clave que marcan con su sombra al conjunto de artículos publicados. Más allá de sus coordenadas geográficas y temporales –Argentina 1976-1983 uno, Alemania y los países ocupados 1933-1945 el otro- le imprimen un sentido particular a un nombre que encierra una buena dosis de generalidad y opacidad, el Mal. Sería improbable que pensar en torno al Mal –en un contexto como el nuestro- no remitiera a las imágenes de los campos de concentración y exterminio nazis o al espanto que encierra el apelativo “desaparecidos”. Estos significantes e imágenes compartidas hacen de suelo común a la reflexión de quienes escriben y alimenta también el trabajo artístico que aparece en este número de Docta.
Los artistas se anticipan en la exploración de abismos y los analistas, a tientas y con suerte, los seguimos en su derrotero. Frente a un tema como el Mal, no podríamos prescindir de su guía, y es así como muchos de ellos aparecen en las páginas de esta revista. Algunos apenas nombrados, conjurados en su presencia por algunos articulistas. Otros despliegan sus figuras fantasmáticas en los mismos lugares donde se oyen las voces de los panelistas: Carlos Alonso y su serie Manos Anónimas, Remo Bianchedi y su serie de pinturas sobre la Kristallnacht hacen de telón de fondo sobre el que proyectaremos nuestras propias figuras –clínicas esta vez- acerca del Mal. Y con ese trasfondo, imposible caer en cualquier variante reduccionista o banalizadora, imposible escudarse en saberes omniexplicativos: sólo resta la perplejidad. Una perplejidad que, lejos de paralizarnos, nos pone a trabajar.
Acompañados como nunca por los artistas, también en este número de Docta se encarnauna voz que, como Bartleby el escribiente de Melville, sólo sabe decir que No: Dolores Cáceres, quien nos ha sabido acompañar también en el Congreso Argentino con su cuerpo tatuado de mujer ilustradafigurando un menú de negaciones lo suficientemente vaciadas de sentido como para que cada uno ponga de sí allí. Tanto las imágenes de Alonso o Bianchedi como las de Cáceres, más allá de ilustrar los escritos, se convierten en citasque remiten a otros discursos, a otros espacios que renuevan el aire un tanto viciado de nuestras discusiones.
En las Texturas(Freudianas, Inglesas, Francesas)de este número publicamos también -además de las ponencias de los panelistas que respondieron a nuestra convocatoria- la traducción de un texto de André Green inédito en castellano hasta el momento, acerca de la pulsión de muerte -tema ineludible si se trata de reflexionar sobre el Mal-, y los trabajos presentados por los psicoanalistas invitados a participar del Foro Interdisciplinario del Congreso.
El dossier, como es habitual en Docta, es un territorio ocupado por intelectuales que, desde fuera de los círculos analíticos, nos ilustran y refrescan en nuestras discusiones –que a menudo se empantanan en lo ya conocido- con verdadero oxígeno exogámico. Bajo el título Visiones del Mal, publicamos una selección de trabajos que destaca por su original rigurosidad: Darío Olmo y Fabiana Rousseaux nos acercan sus reflexiones que tienen como fondo la valiente y pionera tarea del Equipo Argentino de Antropología Forense con las consecuencias del terrorismo de estado en nuestro país; Duilio Di Bella, prestigioso creativo publicitario y comunicador social, cavila acerca del Mal en los medios de comunicación; Demián Orosz lo hace por su parte sobre los debates en torno a la representación del “Holocausto” en los terrenos del arte. Desde la filosofía, Gustavo Cosacov y Diana Sperling nos acercan en sus brillantes artículos sobre el Mal un destilado de lo que acaso la disciplina que más ha podido ocuparse del tema tiene para decir al respecto.
En este número publicamos también el trabajo ganador de la primera edición del Premio Dr. Maximiliano Bergwerk, dedicado a la articulación teórico-clínica entre el psicoanálisis y la Shoahu otros genocidios. La primer pregunta que aparece seguramente es ¿quién es Maximiliano Bergwerk?. Y en la misma pregunta anida la respuesta, pues son muy pocos quienes saben quién es, o mejor dicho, quién fueMaximiliano Bergwerk. Podríamos apuntar algunos datos como que tuvo algún contacto con Freud antes de emigrar de la Viena ya contaminada por el furor nazi o que cumplió un papel relevante en la vida y el recuerdo de sus pacientes, una vez convertido en médico rural en tierras santafesinas. Pero ello es anecdótico. No faltan en su historia episodios novelescos y trágicos dignos de ser narrados, pero ello también es anecdótico. Pues lo que fundamenta la nominación de este premio, más allá del homenaje particular, es la encarnadura en esa persona, mejor dicho en ese nombre, de millones de víctimas anónimas de la barbarie, antes, durante o después del nazismo, dentro o fuera de la Europa ocupada. Walter Benjamin decía que es más difícil honrar el recuerdo de los sin-nombre que el de los famosos… la construcción histórica se dedica al recuerdo de los sin-nombre. Este premio, ahora y en sus futuras ediciones, anhela rescatar esa memoria de los vencidos, de los olvidados de la historia, a través del trabajo de los psicoanalistas en torno a los abismos que nos ocupan en este número. Entonces, cada edición de este premio, cada trabajo presentado, se convertirá en una respuesta –desde los modestos límites del psicoanálisis- a la pregunta que explicitábamos líneas atrás: ¿quién es Maximiliano Bergwerk?
La sección Palabras Cruzadases ocupada en esta oportunidad por una entrevista que realizáramos en Roma, mediante corresponsales, a Antonino Ferro, eminente psicoanalista bioniano. A través de un diálogo agudo y desacartonado desgrana algunas de sus ideas, también en relación al Mal.
En Contextos, publicamos un trabajo de Juan Pablo Jiménez, presidente actual de Fepal, que será leído en el VII Congreso Argentino de Psicoanálisis. Claro que en esta oportunidad, todo el presente número de Doctapuede ser leído como un desbordede esta sección, centrada habitualmente en la reflexión de los analistas en torno a problemáticas sociales. El Mal como categoría que invita a pensar, como veníamos puntuando, emite metástasis aprovechadas para su análisis en cada una de las secciones de esta revista.
También en un estilo que refleja su origen oral, presentamos en una nueva sección, Symposium, una selección de trabajos escritos por miembros de la Asociación Psicoanalítica de Córdoba e invitados de fuste como Félix Schuster o Rodolfo Moguillansky. El tema convocante en este caso fue la reflexión en torno a las dimensiones del psicoanálisis.
En la sección Con memoria y con deseo, Cristina Hernando recuerda a Silvia Bleichmar, la figura y enseñanzas de una psicoanalista que honrara a esta revista con su generosa amistad. Lecturasrecoge esta vez dos reseñas bibliográficas: una del libro “Genealogía del odio”, de Diana Sperling, en una estricta correspondencia con los tópicos del número. Otra rescata el retrato de un cruce singular, el de Trotsky y Freud, un nuevo capítulo en la tradición de articulaciones de psicoanálisis y marxismo.
El próximo número de Docta recogerá los ecos del mal, ya que publicaremos algunos trabajos de los panelistas que, por no haber llegado antes del cierre de esta edición, no hemos podido incluir, junto a la producción de la Asociación Psicoanalítica de Córdoba sobre el tema. Por otro lado, incluirá también una polémica acerca de los límites del pluralismoen psicoanálisis. Resuena aquí el tema y el título del número 0 de nuestra revista (Psicoanálisis en plural) sobre los que intentaremos ahondar en lo que esperamos sea un debate fructífero. Sirva este breve anticipo como invitación para aquéllos que, interesados en participar, deseen acercarnos sus trabajos.
Hace poco menos que cinco años atrás nos embarcamos en esta aventura editorial que hoy se encarna en su quinto número. Al haber empezado nuestra cuenta, en la primavera de 2003, por el número 0, siempre nos encontramos con que en cada edición –ahora se trata del número 4- parece faltarun número. En la colección de brillantes ensayos y ponencias que forman esta panorámica acerca del Mal faltan, como decíamos, algunos trabajos que no llegaron antes del cierre de la edición. Doctamisma faltódurante dos años (queda a juicio del lector ponderar si le hizo o no faltaen ese tiempo). En fin, podríamos haber editado un número con algunas páginas en blanco también para aludir a la inteligencia que tenemos acerca del terreno que transitamos, siempre en faltafrente a lo que hay que entender. El Mal en ese sentido nos pone también ante la insuficiencia de nuestras categorías para aprehenderlo en sus múltiples facetas, y nos deja así, a nosotros mismos y a nuestros instrumentos teóricos, en falta. Pero si lo que faltailustra la provisoriedad de nuestro pensamiento y el carácter tentativo de las reflexiones que surcan este número, es también abrevando en esa ausencia, en esa radical insuficiencia que sostenemos nuestra apuesta editorial y el entusiasmo con que, desde la Asociación Psicoanalítica de Córdoba, la echamos a rodar.
Mariano Horenstein