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Una vez, Viena

Una vez, Viena.

Un siglo atrás Viena, lejos del esplendor petrificado que ofrece hoy al viajero, era un hervidero intelectual y artístico, un caldero en ebullición del que brotaron en el curso de pocos años descubrimientos e invenciones, vanguardias y renovaciones de una manera inédita.
Desde desarrollos tan independientes como sincronizados, vieron la luz allí Schönberg y el dodecafonismo en música, la Secesión Vienesa en arte con las obras de Klimt, Schiele, Kokotschka, el Círculo de Viena y la filosofía de Wittgenstein, la literatura de Musil, de Krauss, de Hoffmannstahl, el modernismo arquitectónico de Loos y Wagner. En ese contexto también, descubrimiento del inconciente mediante, Freud inventó el psicoanálisis.
Pocas ciudades han concentrado en la historia lo que la kaiserliche y königliche Viena cobijó en ese período y las marcas de sus vanguardias aún hoy, un siglo después, pueden pesquisarse en muchas ramas del saber que la especie humana ha podido construir sobre sí misma. Es difícil imaginar que el psicoanálisis hubiera podido ser inventado en coordenadas distintas.

Allí, en el punto preciso donde se agotaba el saber de la medicina, en medio del fragor de ese movimiento de genialidades que se gestaba en Viena en ese tiempo, el psicoanálisis nació como una disciplina que guardaría, pese a los ideales cientificistas de Freud, una comunidad natural con las disciplinas de la cultura. Allí mismo, donde los límites a las posibilidades del decir fueron puestos de relieve más que nunca, nació una disciplina que le devolvió a las palabras el valor de lo sagrado.

Quien pasee hoy por Viena, sin embargo, deberá consultar alguna guía de viajes o ejercitarse en los museos para respirar, con algo de suerte, un extinguido aire de novedad. Más allá del carácter efímero y por definición mutante de cualquier renovación estética o intelectual, algo parece haberse esfumado de allí. Y quizás se deba a que sus vanguardias poco debían a la Viena cultivada orgullosa del linaje de su sangre y suelo –tan detestada por Freud como por Bernhardt un siglo después. A fin de cuentas esa Viena, sí, vive aún hoy en los edificios de sus óperas,o en el viejo edificio de Bergstrasse 19 donde Freud recibía a sus pacientes. No se trataba de esa Viena sino de otra, aquella capital de un imperio trenzado por el Danubio cuyo soberano –según cuenta Magris- se dirigía a sus pueblos –así, en plural- y cuyo himno se cantaba en once lenguas diferentes, centro de una Mitteleuropa que era a la vez alemana- magiar- eslava –romanza-hebraica… No fue entonces gracias a ninguna autoctonía que Viena acunó y acuñó la renovación que nos ocupa, sino por su reverso cosmopolita, por haber podido, aún a su pesar, alojar y propiciar las fertilizaciones cruzadas –entre lenguas, saberes y etnias- que allí se conjugaron. No fue gracias a los vieneses sino a los extranjeros que Viena fue lo que fue. Todo eso habría de desaparecer en pocos años, primero con la desintegración del imperio, luego con el ascenso del nazismo.

Sobre ese fondo quizás no tan lejano podríamos pensar a la Córdoba contemporánea y las posibilidades de que aquí, entre nosotros, pueda surgir –y ser escuchada- alguna novedad, algún guiño singular en nuestra manera de mirar y entender el mundo en el terreno artístico o intelectual. O también, por qué no, detectar sus (nuestras) imposibilidades pues esta ciudad, así como ha podido ser alguna vez cuna de una Reforma universitaria o tierra fértil para la revuelta del Cordobazo, por momentos luce adocenada e infértil. Y así es como en el mismo lugar donde han podido escucharse las voces o miradas más audaces del pensamiento contemporáneo pudo oírse también, casi al mismo tiempo, el espinoso griterío de los inquisidores vernáculos destruyendo una muestra de dibujos supuestamente blasfemos.

Desde una revista que pese a nombrarse Docta se reivindica visceralmente extranjera, deseamos propiciar un espacio para la reflexión acerca de estas cuestiones en la ciudad. Una ciudad donde el psicoanálisis, como en Viena un siglo atrás, se practica en silencio entre una comunidad de iniciados que intentan a cada momento, contrabandeando palabras, sentidos y silencios, hacer que algo nuevo sea posible.

< ¿Qué tan lejos queda Viena? Presentación de Docta n° 6, el lunes 6 de diciembre a las 19:30 hs. en el CCEC >